miércoles, 19 de octubre de 2022

Antes de la lluvia el silencio



El destierro se dibuja

En pestañas enlazadas.

La ausencia se huele 

en bocas cerradas

La esperanza se fulmina

En noticias desplazadas

En el eje que maquilla

La verdad y las batallas

El amor se torna ausente

Cuando el yunque crea al trueno

Cuando el viento calla y trae

La tormenta de los ciegos

Una sombra se hace enorme

Cómo el hambre de otros tiempos

Suenan tambores de guerra

Que desollan los espejos

Voces raspan las gargantas

Que ahora piden por infierno

Horas parecen minutos 

Contando muertos,.

Parchando techos.

Tejiendo cruces.

En el silencio.

Tengo miedo del futuro

Si el discurso es imposible

Si en los tímpanos del mundo

Los redobles hacen eco

Tengo miedo de la brisa

que perfore los pulmones, 

que deshaga nudos

y borre historias.

Ya nada es seguro, 

Ni la muerte del águila 

Ni el vuelo del dragón 

Ni el rugido del oso

Ni el futuro de los hijos.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Insomnio

El tiempo se comporta como el agua, muta y cambia.
Cuando el apuro nos corroe los segundos se atropellan,
burbujeantes saltos y cascadas en la perdición de los instantes.
En la espera transitamos por manglares,
ausentes casi de marea y movimiento,
perdidos entre las marañas de palabras pronunciadas en nuestras cabezas. Esas  que disuelven nuestro cuerpo.
Las horas son esferas, copos de nieve que caen sobre las heridas.
La nieve se aglomera en la memoria, en el desconcierto silente de volar a la deriva.
Los minutos son pistones, carraspeos de hielo en la negrura
, son instantes entre danzas pasajeras.
Vendavales y quimeras, sin rostro.
Son despojos de segundos y promesas de las horas.
El día no es más que una doncella descalza que baila sobre espinas,
con  la sonrisa torcida de quien sabe que no volverá a pisar sus propios pasos.
La vida es la cresta de una ola, el vuelo que precede a la caída.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Destierro

El andén se ha borrado de mi vista,
las murallas siguen pareciendo frías.

Caminamos despacio.
Aletargados, distantes.
Caminamos cansados, entre abedules marchitos,
entre hogueras dispersas,
en primaveras detenidas, en laureles infinitos.

Nos perdimos corriendo al encuentro del último abrazo.
Como aquella mañana en que el hielo cubrió las palabras que deberíamos habernos dicho.
Como aquella tarde en que París no era más que  una promesa entre huérfanos malditos.

Nos perdimos.

Como se pierden las horas tapizadas de momentos,
como se pierden las palabras al memorizar el alfabeto.
Como se pierde la llovizna entre lágrimas que nunca salieron de los ojos.

Reiré de nuevo, lo sé.
O por lo menos eso es lo que me dicen.
Eso es lo que quieren hacerme creer quienes no han visto tu rostro.
Somos otros.

Nunca más los mismos.

Somos recuerdos de momentos que nunca han existido.
Somos vendaval o fuego contenido.
Como el de las palabras que no llegaste a decir nunca.
Por miedo a tal vez cual monstruo,
 que como en un cuento de Lovecraft no pudimos ver
 hasta cuando la razón nos escupió que ya era tarde.

Los sueños son lobos que persigo.
Demasiado superfluos como para dejar huellas en la nieve.
Demasiado inciertos.
 Como los sueños que se esfuman de tanto ser culpables de ser sueños.
Sueños infinitos,
 que se apilan en las hojas cansadas de esperar las cartas que no pienso escribirte.
Musa traicionera y rancia.
Tus vestidos cubiertos de herrumbre son los faroles que me elevan al abismo.

Tu imagen ya no es más que una resaca.
Tus ojos no.
                Tus ojos siguen siendo mitad vivos.
Fuegos fatuos que me guían al destierro.

Son mi sangre que se seca al despertar, cansado de soñarte.
Miel amarga,
voz cortante.
Flor glacial.

Nada tiene sentido si no estás ahí para rechazar mi mano.

Nada me ofreciste.

Nada me diste.

Nada me dejaste.




jueves, 23 de octubre de 2014

El genio y yo

Encuentro una lámpara, flor de contento,
Y un genio en su interior me ofrece un deseo.
Mis ojos brillando, mi mente corriendo,
Porque para pedir nunca he sido bueno.
Ya pienso en objetos o en mucho dinero,
Pienso en poderes, lugares secretos.
Pienso en portales, levanto a los muertos,
Termino la guerra, borro el sufrimiento.
De pronto una idea  se mete en mi pecho,
Deseo egoísta, ser niño de nuevo.
Ay! Que no daría por ser ese cuerpo,
Ver con tanta dicha un pájaro al vuelo.
Tener la experiencia que cargo aquí dentro.
Y no cometer mis errores horrendos.
Sería tan fácil romper juramentos,
Dejar a mi madre, recorrer senderos.
Tener las agallas de decir te quiero,
Cuando enamorarse era tan verdadero.
Sería tan sabio en un cuerpo pequeño,
Pero no sería lo mismo. Lo siento.
Si hubiera sabido lo que vendría luego
Hubiera perdido la vida su precio.
No puedo ser niño, no puedo de nuevo,
Por eso una lágrima dejo en el suelo.
El genio me mira derramar mis sueños
Y con la mirada pregunta que quiero.
Respondo sonriendo, ya tengo el deseo
Y grito de adentro, con todo mi cuerpo
Que seas ya libre de tu sufrimiento,
Y con mi deseo al genio libero.

viernes, 8 de agosto de 2014

Los sueños

Los sueños caen de los estanques de la memoria,
como gotas pasajeras del carril de la vida.
Las horas son arpegios de recuerdos,
que nos guiñan un ojo en la despedida.
Morí y he vuelto,
lo confirma el otro yo,
ese que se quedó en aquella casa,
en aquella risa.  En aquellos ojos.
Lo confirma mirar por la ventana,
sin poder recordar la ceguera que sembraste.

Los sueños caen como gotas contenidas,
desde el estanque de la memoria hacia el olvido.
Los sueños se disparan en la frente,
con balas de plata, que guardaban para otros.
Las horas son las hojas del bosque inmaterial en que me pierdo,
cosechando máscaras pintadas de silencio.
Tapiando puertas,
 para no volver a ser quien fui.

Los sueños son abismos,
en los que el pudo ser se funde con el somos.
Los sueños son las olas, que carcomen la roca en que me callo.
Los sueños son la fuerza que lleva a Lázaro a despertar otra vez en su miseria.

Somos eternamente irresponsables de vivir,
somos el sueño de quien no sueña nada,
somos arpegios de silencio,
yesca y pedernal en la tormenta.
Somos la soga que sostiene  a quien se cansa de luchar,
haciendole creer en imposibles.

Los sueños son prestados,
parásitos que crean universos paralelos.
ciénagas donde guardamos al que no quisimos ser,
viento que remueve las conciencias
y la amarga sal  que nos corroe y nos libera.
Los sueños se cansan de caer de los estanques del vacío,
cambiándose de casa,
para ser quimeras de otros ojos,
de otros seres que vivirán por ellos
la vida que los sueños nunca engendran.

lunes, 28 de abril de 2014

Despedida

Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, como cada latido contenido en esa palabra inmaterial que no se dice ni se piensa, solo se entiende en el rincón más profundo del alma cuando se busca una expresión que llene el espacio vacío en la distancia. En el adiós.
Llueve intensamente ahora, mientras el aire ralo entre las gotas moja mis esperanzas de que el tren vuelva, porque ya se pierde casi de la vista. Como me perdí, cuando la espuma del último café todavía no terminaba de enfriarse y cuando su mano todavía no se apartaba de mi vista. Ya la extraño.
Extraño su sombrero añil que le cubría sus negros rizos de la lluvia, extraño sus botas empapadas y la broma que me dedicó en la despedida. Extraño también el que fui con ella, el loco, el niño, el hombre que le hablaba claro temas que ni yo entendía; es que, al estar con alguien como ella no puedes ser menos que la mejor versión de ti mismo. Por eso, se aleja y quedo muerto.
El tren se fue, ya ni su ruido metálico persiste, otros seres sin vida abandonan solos la estación. Camino despacio, fumando un oculto cigarro que solo me permito ahora que no está.
La casa me espera con colores diluidos. Esas cenizas del amor que ya murió quedarán conmigo, como habitantes cotidianos del vacío espacio en que no estamos más.

domingo, 27 de abril de 2014

Danzarina de la lluvia. Acerca tus besos a mi boca, rellena en vino fértil este vaso medio lleno, tráete a mi encuentro y no te rindas. La energía contenida en tu retina te hace única. Tus brazos siguen firmes de acarrear deshielos. Súmate al camino cuesta arriba. Ese que se guía con la palabra libertad. Miremos el ocaso con nuestros músculos ardiendo en el esfuerzo del ascenso. Abrázame sin miedo, que te protegeré del frío mientras vemos amanecer la luna menguante de la ausencia. Baja corriendo conmigo al alba para descubrir el fértil valle que los dos construiremos de caricias y lamentos. Acércate ahora o calla para siempre.
Yo también soy esperanza diluida, yo también he dado tumbos y mis ojos ya no ven. Tu brillo sin embargo enciende el sol en mis pupilas.